
Les dejo tres poesias de mi autoría, espero que les guste.

El cazador
La hierba se mece al compaz del sonido,
Minutos eternos en su soledad campestre.
La percusión fuera de tiempo desea caer en oidos sordos.
Ya que las aguilas no pueden levantar su vuelo.
Las chicharras desafinan en aquel coro rural,
Anunciando que en su sol acontece como se seca la última gota de aquella lluvia,
Oleaje que alimento aquellos anfibios y seco los hilos de sus atrapasueños.
Refrescante sabiduria y belleza celestial.
Solo en el ocaso,creen que la minuciosa justiciera,
Se pueda elevar al alba,escalando y acariciendo las nubes.
Nubes que gemian a su nostalgia del baile de las alas.
El atardecer espera y la justicia prevalecerá.
Ya que sublime es el prado y bella es la canción.
Soñaron con saltos,piruetas y lloraron cuando la comedia termino,
En su lamento el telón cayó y la ternura fue derrochada sin agasajo para su alma,
Esencia eclipsada por aplausos anónimos sin minuto de gracia.
Como el arte de la melodía, como el arte del amor.
Las cartas de Loreley
Soberbia su esperanza y desdichado su final,
Todo descansa en ella,serenamente abrirá su paso,
Sobre aquellos espejos rotos que previó nuestro trágico final,
Su descanso es infinito,garabatos de su pena,cartas sin destino.
Los cánticos gregorianos no volveran a ser los mismos en su falta,
Sus dias llueven como gotas de un aguacero otoñal,
Y asi despertó un sentimiento que debió quedarse dormido,
Justo como estaba.
Los saltos en charcos de la gotera maritima,
Sin salida al rio,sin alfombra roja entre tropiezos ellos vagan a su suerte.
Besos torpes,caricias leves y en su lujuria su inmadurez pregunta,
¿Cuanto falta para que esmere su sonrisa?¿Cuantos brazos acallaran el llanto?
Cual ave levanta vuelo, ellos navegan,chocan los navios,pinos jovenes,robles viejos.
En un salvaje mar ellos navegan,soñando a su exilio.
Loreley los colorea,unos color cafes otros color salmon y en sus amables manos ellos quedan,
guarda en su gamella esas quejas, golpes y gimoteos,
Y sin afecto la veneran mientras el dia se hace noche, ya que dios ama a todos sus hijos.
La madre
Los rayos de su sol inundó la mirada de aquellos hombres tristes,
El acongojado muestrario se detuvó antes de estrellarse,
Su frontera estira sin ensancharse,su camino es corto,sendero de horizonte lejano,
Resuenan los llamadores de angeles,todos entristecen,todo se ha marchado.
Anclan sus navios y su palpitar se hace lento, desorbitan sus pensamientos,
Fiel recurso navegando contra el viento,todos en su lecho,su partida es definitiva,
Su ternura se extinguió,ya nadie camina por sus campos,
Nadie aguarda bajo el manto de su protección,
No hay rastros de huellas en sus caricias,solo quedó el orgullo de la riña,
Frente al miedo,desojó su flor más bella,ahogó su rebaño y sacrificó su indiferencia sureña.
Levantarán las murallas celeste y blanco, trotarán los caballos,
Donde la miseria es algo digno,donde el olvido es el puñal más certero y sin decir ni un te quiero,
Todos expiran en agonía,esperando que algún dia se los recuerde con honor,
Pues grande es el valor de un afecto,grande el amor por su tierra,
Bendito quien recibe algo de su muestra,bendito quien se funde en sus abrazos.
Federico L Parodi



0 comentarios
Publicar un comentario