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lunes, 30 de marzo de 2015

Los 6 libros falsos más famosos de la historia


1. El Necronomicón

De haber existido, el Necronomicón sería el best-seller de los libros jamás escritos. Encuadernado en piel humana y escrito con sangre, el Necronomicón era un supuesto códice ocultista para invocar a los primordiales, entidades demoníacas del ser humano.


El ficticio autor de tan macabra obra era Abdul Alhazred, un árabe del siglo XII, que enloqueció tras pasar cuatro años vagando por unas cuevas subterráneas, donde se supone que había descubierto la existencia de los primordiales. La primera persona que mencionó el Necronomicón fue el escritor Howard Philip Lovecraft en su relato "El sabueso", publicado en 1922.

Los 6 libros falsos más famosos de la historia

Las referencias a este libro blasfemo y maldito (con la facultad de enloquecer a todo desdichado que osara leerlo) fueron constantes en la obra del escritor de Providence.


Constantes y minuciosas, ya que Lovecraft llegó incluso a escribir la cronología del Necronomicón, en la que detalló cómo, a través de los siglos, fue pasando por las manos de diversos personajes (monjes, traductores, coleccionistas...) hasta acabar desapareciendo misteriosamente.


Como era de esperar, los rastreadores de rarezas se pusieron tras la pista del libro. Una pista que no conducía a ninguna parte, ya que, como el propio Lovecraft confesó en 1943 en una carta a su editor, el libro blasfemo no existía; era una invención suya, para darle credibilidad a sus relatos terroríficos. Pero la confesión del propio Lovecraft no sirvió para poner fin a la leyenda, ya que muchos aficionados a la literatura de terror siguieron creyendo en la existencia del libro.


Jorge Luis Borges confesó cómo, con dieciséis años, fascinado por la obra de Lovecraft, recorrió las bibliotecas de Buenos Aires buscando el libro maldito. Lógicamente, no lo encontró; pero, ya que no pudo volver a su casa con un libro de recetas mágicas, lo hizo con otro de recetas de cocina, para que la salida no hubiera sido en vano.


La anécdota de Borges ejemplifica la fascinación que el "Necronomicón" ha ejercido y ejerce sobre miles de lectores. Fascinación que compartió René Chalbaud, catedrático de Literatura de La Sorbona de París, a quien en 1971 casi le dio un síncope cuando en la biblioteca de la Universidad encontró una amarillenta ficha que indicaba que existía un ejemplar del libro entre los fondos sin clasificar.


La noticia corrió como la pólvora, y a la Universidad acudieron decenas de investigadores atraídos por el hallazgo, como moscas a la miel. Debió ser divertido ver la expresión de sus rostros cuando descubrieron que todo había sido una broma de un alumno con ganas de burlarse de sus mayores.

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2. Juegos borgianos

Ya sea como ejercicio creativo, o para tomarle el pelo a sus contemporáneos, el inventarse libros que nunca han existido es un juego culto que practican muchos escritores, y que crece gracias a la rumorología. Así, se lleva años hablando del manuscrito de la novela que el mexicano Juan Rulfo supuestamente escribió después de "Pedro Páramo", y autores como Umberto Eco han usado con frecuencia en sus obras los libros imaginarios, como las inexistentes obras del ficticio Adeonato Lampustri en "El péndulo de Foucault". Pero en el arte de inventarse libros inexistentes nadie le gana la partida a Jorge Luis Borges.



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Como ya se dijo, en su juventud el autor argentino creyó en la existencia del Necronomicón; pues bien, con los años se tomó cumplida revancha al crear un género que algunos expertos han bautizado como literatura virtual, con libros como "Examen de la obra de Herbert Quain", y "Pierre Menard, autor del Quijote", en las que el escritor analiza las obras inexistentes de unos autores a su vez inexistentes. ¿Se puede rizar el rizo? Sí, y lo hizo el propio Borges, recurriendo al testimonio cómplice de otro autor que se prestó al juego, Bioy Casares.

Entre ambos se inventaron a un escritor, H. Bustos Domecq, y se tomaron la libertad de escribirle varios libros. ¿El resultado? Los lectores creyeron en la existencia de dicho autor y se acercaron a las librerías en busca de más obras de Bustos Domecq. Borges había llevado el arte de crear libros imaginarios a su máxima expresión.

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3. El catálogo del conde Fortsas

En 1840 comenzó a circular por las librerías de Bélgica y Francia un catálogo formado por cincuenta y dos incunables literarios, que incluía obras atribuidas a Cicerón. Aquel tesoro (el sueño de todo coleccionista) provenía de la biblioteca del conde J. N. A Fortsas, e iba a subastarse el 10 de agosto en el despacho del notario de Binche, una pequeña y apacible localidad belga.


Llegó el día, y un buen número de libreros y coleccionistas de toda índole se dieron cita en Binche. Pero cuál no sería su sorpresa al descubrir que en el pueblo no vivía notario alguno, y que nadie había oído hablar de una subasta.


Todo había sido una broma pesada organizada por el comandante Renier-Hubert Ghislai Chalon, un militar retirado, aficionado a tomarle el pelo a todo el mundo, y cuya imaginación había alumbrado todos los títulos, y el contenido de los libros, del ficticio catálogo.



Anna Frank

4. Las estancias de dzyan

¿A alguien le gustaría leer un libro escrito en Venus? Que no lo busque en ninguna librería ni biblioteca, porque no lo encontrar·, ya que se trata de otra de las grandes imposturas de la historia de la Literatura.


"Las estancias de Dzyan" es, supuestamente, un texto escrito y encriptado por seres interestelares, un compendio de conocimientos cuya revelación, se dice, destruiría los pilares de nuestra civilización.


Semejante libro fue una invención de Emile Boit Bailley un poeta francés de finales del XVII aficionado al ocultismo. Al igual que siglos después hizo Lovecraft, Bailley se inventó este libro para dar veracidad a sus ficciones; más aún: introdujo la posibilidad de que bajo la cordillera del Himalaya existiera una cripta subterránea donde un grupo de maestros de la sabiduría custodiaban una biblioteca repleta de libros prohibidos.


Un relato de ciencia ficción en cuya veracidad creyó mucha gente. Pero la persona que más hizo por la causa de dar veracidad a este libro imaginario es Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891), personaje muy popular en la Europa de finales del XIX gracias a sus presuntos poderes mentales.


Madame Blavatsky actuaba en circos y teatros, y conseguía llenos absolutos merced a números tan espectaculares como incendiar objetos con la mirada y hacer levitar a una persona con sólo levantar la mano. Según ella, sus poderes eran auténticos, y los había adquirido en la India estudiando "Las estancias de Dzyan". Madame Blavatsky explotó aquella historia hasta la náusea, asegurando que su vida estaba amenazada por personajes poderosos que pretendían arrebatarle su libro.


El destino le echó una mano en su impostura, ya que, en 1870, naufragó en Suez el barco en que ella viajaba, y la vidente aseguró que el accidente había sido provocado. Y en 1871, mientras actuaba en Londres, sufrió un atentado: un hombre le disparó con una pistola. Ella salió ilesa, pero el agresor aseguró que había actuado como un autómata, impelido por una fuerza telepática.


Meses después, un amigo de la vidente, el coronel Henry Coll, declaró que había sido un montaje de Madame Blavatsky para darse publicidad. La psíquica falleció en París, en 1891. Sus seguidores buscaron entre sus pertenencias algún rastro del mítico libro, pero no lo encontraron. ¿Tal vez porque nunca existió?

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5. La biblioteca de Sherlock Holmes


Una de las bibliotecas imaginarias más famosas está en Londres, en el 221 B de Baker Street, donde residía Sherlock Holmes, el detective de ficción creado por Arthur Conan Doyle.


Holmes (según los relatos de Doyle) empleaba su tiempo libre en tocar el violín, en dormitar bajo los efectos de la morfina, y en escribir tratados en los que compilaba su sabiduría.

Borges

Entre las obras supuestamente escritas por el detective figuran títulos como El arte de las pesquisas, Sobre las diferencias entre las cenizas de diversos tabacos, La utilidad de los perros en el trabajo del detective y Acerca de la escritura críptica. Ninguno de estos libros existe, pero, de haber sido reales, hoy serían clásicos de la criminología.



cuentos

6. LA ESTAFA DE ANA FRANK
La falsificación de la historia

El denominado "Diario de Ana Frank" es el punto más sensible de lo que constituye una auténtica â??industria del victimismoâ??, que gira en torno a la triste realidad del â??holocaustoâ??. El contraste de la imagen inocente e infantil de la protagonista, frente a sus intrínsecamente perversos captores, ha convertido a esta obra no sólo en un "best-seller" mundial (con innumerables ediciones, traducciones, teatralizaciones y adaptaciones cinematográficas), sino además en otro muro de los lamentos, donde todo análisis documentado sobre las dimensiones reales del â??holocaustoâ?? es respondida con una bien estudiada campaña de histeria y sensiblería, cuando no con leyes que pretenden establecer una verdad incontestable sobre lo sucedido y silenciar a los disidentes.

El historiador británico David Irving, el ex profesor de la Universidad de Lyon (Francia)Robert Faurisson, y el estudioso austriaco nacionalizado sueco, Ditlieb Felderer, han demostrado públicamente hasta el cansancio la falsedad de los pretendidos manuscritos que se atribuyen a una niña judía llamada Ana Frank, fallecida por una epidemia de tifus en 1945 en el campo de Bergen Belsen.
Según se dice, el comerciante judío Otto Frank de la ciudad de Frankfurt (Alemania), huyó junto a su familia en 1933 a la ciudad holandesa de Amsterdam, debido a la llegada de Hitler al poder. Cuando durante la II Guerra Mundial los alemanes ocupan Holanda, los Frank deciden refugiarse en un escondite para salvarse de la persecución nazi.

Conocemos la verdad gracias al pleito en que se enzarzaron el conocido escritor judío norteamericano Meyer Levin y Otto Frank el padre de Anne Frank. El juicio transcurrió entre 1956 y 1958 ante el County Court House de la ciudad de Nueva York, obteniendo el demandante Meyer Levin un fallo a su favor que condenaba a Otto Frank a abonarle una indemnización de 50.000 dólares de la época por â??fraude, violación de contrato y uso ilícito de ideasâ??. El pleito, que se arregló privadamente después de la sentencia por obvio mutuo interés, versaba sobre la â??dramatización escenográficaâ?? y venta del â??Diarioâ??. El juez, también de origen judío, era Samuel L. Coleman, quien dictó sentencia en el sentido de que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin â??por su trabajo en el diario de Anne Frankâ?? (BOCHACA, J.: â??El mito de Anne Frankâ??. Revista Cedade. Págs. 18 a 20.).

Para cualquier interesado, todo lo referente al caso Levin-Frank, el mismo está archivado en la Oficina del Condado de Nueva York (N. Y. County Clerkâ??s Office) con el número 2241-1956 y también en el New York Supplement II, Serie 170, y 5 II Serie 181 (BOCHACA, J.: â??El mito de Anne Frankâ??. Revista Cedade. Págs. 18 a 20.). Así pues, la sentencia del juez â?? y juez judío â?? en el sentido de que el autor del Diario es Meyer Levin y no la niña, existe (BOCHACA, J.: â??El mito de Anne Frankâ??. Revista Cedade. Págs. 18 a 20.).


Juicio esclarecedor

Lo que interesa hacer notar es que, de la lectura de la numerosa correspondencia privada de Otto Frank y de Meyer Levin que fue aportada al juicio como prueba de las partes, surge la grave presunción â??juris tantumâ?? de que â??El Diario de Ana Frankâ?? â??es substancialmente una falsificaciónâ?? (BOCHACA, J.: â??El mito de Anne Frankâ??. Revista Cedade. Págs. 18 a 20.). Además, queda en claro que el autor material de esa falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin quien, en legítima defensa de sus derechos de autor, además de demandar al Sr. Frank por cuatro o cinco millones de dólares por su labor de parafrasear el manuscrito â??para el fin que tenía que cumplirâ?¦â??, pleiteó igualmente contra el productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película -del mismo título que la obra- aparecen también escenas escritas por él y que no estaban contenidas en el â??Diarioâ?? original (Gil Mugarza, Bernardo: â??Requiem por Anne Frankâ??, Arriba, 9.5.59.). Meyer Levin había sido corresponsal en España durante la guerra civil de 1936 a 1939 y más tarde enviado de la Agencia Telegráfica Judía durante los enfrentamientos con los palestinos entre 1945 y 1946. La Enciclopaedia Judaica le reconoce como â??el primer escritor en poner en escena el Diario de Anne Frank (1952)â?? (Vol. 11, pág. 109) (30).




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¿Anna Frank la inventora del bolígrafo?

Pero no acaba aquí todo, y nuestra duda se convierte en decepción cuando descubrimos, como lo ha hecho el historiador británico David Irving tras su investigación (31), que en el "Diario" de Anne Frank había tinta de bolígrafo. Así lo determinaron unos expertos que acudieron expresamente a Suiza para comprobar el manuscrito original en posesión de Otto Frank.

Según estos, parte de los diarios habían sido escritos con bolígrafo -- inventado en 1949 y cuya aparición en el mercado data como temprano de 1951 -- algo imposible al haber fallecido Anne Frank de tifus (32) en 1945.

Dos ciudadanos alemanes, Edgar Geiss y Ernst Roemer, pusieron públicamente en duda, una vez más, la autenticidad del famoso "Diario". Ante ello el Tribunal del Distrito de Hamburgo encargó a la Oficina Federal Criminal Alemana (BKA) un examen de los textos para determinar científicamente si la escritura de éstos se había llevado a cabo durante los años 1941 a 1944, basándose en los análisis del papel y la escritura del manuscrito original. Este análisis químico-técnico fue llevado a cabo en abril de 1981, bajo la dirección del Doctor Werner (33).
A pesar de su publicación, la ley del silencio entre los medios masivos de difusión, intentó dar la menor publicidad posible a los resultados de los análisis. Sí lo hizo el New York Post del 9 de Octubre de 1980 mencionando el hecho. Según este análisis, las correcciones, comentarios y añadidos en las hojas de parte del manuscrito fueron hechas en tinta azul, negra, roja, a lápiz y en BOLÃ?GRAFO de tinta negra, verde y azul. Como comentarios y texto principal son de una misma mano, recordémoslo, el libro fue escrito por alguien después de la guerra o cuando menos lo finalizó pasada la contienda. El original consta de tres libretas encuadernadas y 324 páginas sueltas (34).

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Diferencias en la escritura

Un calígrafo pudo comprobar, además, que todo había sido escrito por la misma mano y que, por tanto, no podía ser la de Anne Frank. Se trata de Minna Becker, perito calígrafo judía, quien afirmó ante el juez, repetidamente, que toda la escritura del diario pertenece a una misma mano (35). para dilapidar este tema sólo ha hecho falta acceder a las cartas auténticas que Anne Frank escribió de niña a unas amigas, publicadas en los Estados Unidos; la letra de estas cartas sí tiene el aspecto normal de una niña de 10 ó 12 años, lo que no es el caso del "manuscrito original", que nos revelan a un autor de mayor edad. Las cartas fueron adquiridas por el "Instituto Simon Wiesenthal" y, siempre según David Irving, sí son auténticas, no así el diario (36). Bochaca confirma asimismo, como han hecho posteriormente otros autores, refiriéndose a Paul Rassinier, que la escritura que se afirma es la de Anne Frank, reproducida en el libro Spur eines Kindes, de Ernst Schnabel, difiere totalmente de la escritura de Anne Frank en el manuscrito original.

El Profesor Faurisson, de la Universidad de Lyon, cuya especialidad es la crítica de textos y documentos, y que mantuvo varias conversaciones personales con el padre de Anne Frank, insiste en este tema otorgándole el peso suficiente para llevar al escepticismo sobre el "Diario" de Anne Frank. Su primer trabajo sobre el caso fue publicado en francés en 1980. Una traducción del mismo apareció en el verano de 1982 en el volumen del The Journal of Historical Review con el título "Is the Diary of Anne Frank Genuine?" (págs. 147-209). Entonces señalaba dos ejemplos de la letra manuscrita atribuida a Anne Frank, ambos escritos cuando esta contaba aproximadamente 13 años, pero extrañamente la primera (datada el 12 de Junio de 1942) parece mucho más madura y similar a la de un adulto.



el club de los libros perdidos
1. Parte del diario escrito supuestamente por Anne Frank
fechado 12 de junio de 1942.
2. Otra parte del diario supuestamente escrito por Anne Frank
con escritura diferente a pesar de estar fechado sólo 4 meses después, el 10 de octubre de 1942.



Los 6 libros falsos más famosos de la historia


Respecto del llamado Diario de Ana Frank es necesario saber que:

1. Con significativa obstinación, Otto Frank (fallecido en 1980), siempre se negó a que el manuscrito fuera sometido a un análisis exhaustivo a los efectos de verificar su autenticidad.



2. En 1980, a consecuencia de un juicio contra Ernst Roemer -un jubilado de setenta y seis años que se atrevió a negar la autenticidad del Diario-, la Caja Alemana de Defensa Legal logro a pedido del Dr. Rieger que el Departamento Criminal Federal sometiera a análisis los textos y constato que parte de los mismos habían sido escritos con bolígrafo, invento introducido en 1951, es decir, cuanto menos siete años después de la muerte de Ana Frank.

3. Sin embargo, ya veinte años antes, en 1960, la perito caligráfica Minna Becker había dictaminado judicialmente que todos los textos manuscritos del Diario provenÃ?an de una sola caligrafÃ?a. Por lo tanto, quien hizo el manuscrito puso los agregados con bolígrafo... lo que en términos claros significa que ANA FRANK NO FUE LA AUTORA DEL DIARIO.

4. Una de las pruebas presentadas por David Irving, fue el contraste entre dos documentos, uno conteniendo la caligrafía auténtica de Ana Frank, correspondiente a las cartas enviadas por ella en esa misma época, y otro con las anotaciones del Diario, cuya caligrafía que no se corresponde en absoluto con el de la niña de trece años.

5. Un folleto de la "Fundación Ana Frank de Amsterdam", afirma que los amigos holandeses de la familia hallaron un cuaderno de ejercicios con tapas de carton y de pequeño tamaño. El diario sueco Expressen del 10 de octubre de 1976, publica una fotografía de Otto Frank sosteniendo un volumen considerable que en nada se parece al cuaderno mencionado.

Con relación al texto en sí mismo, éste es un mar de contradicciones. El historiador Felderer hace unas atentas observaciones que permiten puntualizar:

6. Resulta poco creíble que en un estrecho refugio, en el que permanecieron durante casi dos años, ninguna de las ocho personas que se encontraban en él supieran que Ana Frank redactaba un diario durante ese lapso (junio 1942 - agosto 1944). El padre dice que se entera después de retornar de Auschwitz.


7. La necesidad de silencio en el refugio, para no llamar la atención y evitar ser capturados (23/3/43), se contrasta con las descripciones de las "riñas terroríficas" (2/9/42), "peleas escandalosas", "gritos y alaridos, golpes e insultos que habría ni que imaginarlos" (29/10/43), así como las prácticas de danza de Ana cada noche (12/1/44).

8. Es curioso, según el Diario, que los Frank para escapar a la persecución hayan elegido las mismas oficinas y el mismo almacén de Otto Frank para esconderse (9/7/42).

9. También es contradictorio cuando dice que Lewin, "un pequeño judío químico y farmacéutico, trabaja para el Sr. Kraler en la cocina" (1/10/42). ¿Cómo?, ¿Un judío trabajando pacíficamente cuando se pretende que los judíos sufren una brutal persecución por parte de las autoridades?...

10. Son reveladoras, nos dice E. Aynat, las tendencias sexuales de esta niña de °trece años!: "Recuerdo que cuando he dormido con una amiga, he sentido el fuerte deseo de besarla... No he podido dejar de ser terriblemente inquisitiva sobre su cuerpo... Le pregunté, si como prueba de nuestra amistad, podíamos acariciarnos mutuamente los senos, pero rehusó. Llego al éxtasis cada vez que veo la figura desnuda de una mujer, como una Venus, por ejemplo. Me afecta de tal modo que me es difícil impedir que me caigan las lágrimas. ¡Si por lo menos tuviera una amiga!" (5/1/44)
En fin, ¿un poco de pornografía para una mejor venta?... ¿Es éste el lenguaje y las inquietudes de una niña de trece años?

11. Según una entrevista a Otto Frank en 1956, las persianas siempre estuvieron bajas y las ventanas nunca se abrieron, pero Ana afirma que mirar el cielo "es mejor que las píldoras Valeria y el bromo" (15/6/44) contra la ansiedad y la depresión.

12. Finalmente, queda en evidencia el objetivo de este Diario: su germanofobia manifiesta: "Serán permitidas todas las lenguas civilizadas, excepto el alemán" (17/11/42). "Los alemanes son las bestias más crueles que han pisado la faz de la tierra" (19/11/42).

Esto no ha impedido que las autoridades "alemanas" de posguerra hayan introducido el Diario como libro de lectura obligatoria en las escuelas, para autodenigración de las nuevas generaciones.

El Instituto de Revisionismo Histórico de los Estados Unidos (IHR), ofreció nuevamente US$ 25.000.- de recompensa a quien pruebe que el Diario de Ana Frank fue escrito por ella. Ni la propia fundación constituída sobre este fraude literario se animo a reclamar tan generosa oferta.


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Fuente:
http://elclubdeloslibrosperdidos.blogspot.de/2015/03/los-6-libros-falsos-mas-famosos-de-la.htmlfamosos

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