Satanización del macho

SATANIZACION DEL MACHO
Por años se ha entablado una guerra de sexos entre el varón y la mujer, quienes han logrado vencer las acusaciones del uno al otro por medio de conclusiones que afirman cual sexo es más importante, beneficioso o inteligente. No obstante, para tener un bienestar a la vida social se necesita obviamente de la unión de ambos sexos así implique discusiones y problemas para formar la familia.

El sexo masculino por siglos ha vivido de forma ventajosa en el campo del saber, ya que se le otorgó beneficios aún más que a la mujer, sin embargo; esto cambia a finales de los siglos últimos que sobrellevan a una ventaja femenina , siendo ellas en las ultimas guerras las encargadas de la fabricación de armas bélicas y las no culpables sistemáticamente del origen de la belicosidad mundial. Pero sí también forjadoras de las mismas siendo estas participes y laboriosas en el campo del armamento.

Con todo esto se pregunta ¿La historia humana es una crónica misógina? En cierto modo en el mundo occidental ha relegado a la mujer casi siempre al hogar y a actividades de poco esfuerzo físico y mental, las luchas de sexos ha generado igualdad social y la mujer en cierta forma goza de â??extremaâ?? libertad a comparación de otros siglos de antaño.

En un ejemplo histórico. En el Antiguo Egipto se adoraba la figura femenina, como Cleopatra quien reinó por años y se acopló una imagen femenil tanto sensual como inteligente. En el Reino Unido, las reinas que le han sucedido a este imperio muestran la importancia femenina en los tronos, en Rusia y otros países europeos mandaron y mandan mujeres capaces de dirigir un reino entero.

¿Pero que es la satanización del macho?

Se le adjudica al macho como un ser destructor, colaborador de la contaminación y como el violento del mundo. Al comprender unos libros de sexualidad masculina y los complejos que la misma cultura doble- moralista nos implementa el rol del hombre como una imposición obligatoria a la fuerza al igual que a la mujer.

La testosterona fue el elemento de la masculinidad en las metrópolis del pasado y a la falta del conocimiento de ambos sexos se les concedió responsabilidades que no eran atribuidas libremente sin voluntad del individuo. Nada más por el hecho de tener un pene entre las piernas era el más macho y debía anteponerse ante cualquier adversidad, si mostraba alguna evidencia de débil era considerado enfermo y no apto para la vida civil. No por el hecho de ser varón debe haber una infinidad de argumentos no científicos que se le adjudiquen como natural, por ejemplo, la fuerza, la resistencia al trabajo forzoso, la inteligencia en el campo científico y la indiferencia a los sentimientos. El formato que sabemos de ambos sexos no es más que una parafernalia del pasado no casi siempre misógino, sino también con tintes hembristas donde el varón es el que debe tomar las riendas, mandar y no llorar ante a las situaciones sentimentales. Aquel superhombre que debe enfrentar la escena de la guerra, es por eso que los hombres pacifistas de la antigüedad fueron considerados con tintes femeninos y quizás algunos ejecutados por sus pensamientos de no agresión.

Si la mujer ha sufrido por ser mujer, el varón igualmente le ha tocado cargar con una culpa por el hecho de ser macho, la responsabilidad económica, ser instrumentos de guerra y canjes como esclavos fuertes, la competencia agobiante en contra del adversario de obtener el mayor número de amantes féminas y quien no lo lograba era desterrado del clan.
El macho humano es un blanco fácil para los cazadores de droga, pandillas, es un polígono para los gobiernos vampiristas como esclavos mensajeros, vigilantes recibiendo un sueldo totalmente ínfimo.

En la actualidad, el varón pelea tanto como la mujer, por llegar a cumplir sus necesidades emocionales básicas, macho y hembra forman el mundo desarrollando la sociedad como un elemento clave para el progreso mutuo.