Recientes

jueves, 19 de marzo de 2015

Cuento Corto (Galeano)


Andando Soles

Desde la frontera, Gustavo de Mello me llamó:
-Venite- me dijo.
Don Felix estaba allí, estaba llegando o estaba yéndose, eso, nunca se sabia.
Tampoco se sabia la edad. Mientras nos bajamos una botella de vino tinto, me confeso noventa años. Algún añito se sacaba, según Gustavo; Pero Felix Peyrallo Carbajal no tenia documentos.
-Nunca tuve. por no perderlos- me dijo, mientras encendía un pucho y tiraba unos aritos de humo.
Sin documentos, y sin mas ropa que la que llevaba puesta, habia andado de país en país, pueblo en pueblo, todo a lo largo del siglo y todo lo ancho del mundo.
Don felix, iba dejando, a su paso, relojes de sol. Este raro uruguayo que no era jubilado ni quería serlo, vivía de eso: hacia cuadrantes, relojes sin maquinas, y los ofrecía en las plazas de los pueblos. No por medir el tiempo, costumbre que le parecía un agravio, sino por el puro gusto de acompañar los pasos del sol sobre la tierra.
Cuando nos encontramos, en la ciudad de Rivera, ya don Feliz estaba empezando a sentirse muy bien. Eso lo tenia preocupado. la tentacion de quedarse le daba la orden de irse:
-¡lo nuevo , lo nuevo, lo nuevo!- chillo, golpeteando la mesa con sus manos.
En ese lugar, como en todos los lugares, estaba de paso, El siempre llegaba para partir. Venia de cien países y de doscientos relojes de sol, y se iba cuando se enamoraba, fugitivo del peligro de echar raíz en una cama o una casa.
Para irse, prefería el amanecer. Cuando el sol estaba viniendo, se iba. No bien se abrían las puertas de la estación de trenes o autobuses, don Felix echaba al mostrador los pocos billetes que había juntado y decía:
-Hasta donde llegue.



Relato extraido de Bocas Del Tiempo, de Eduardo Galeano.

Relacionados

0 comentarios

No hay comentarios. ¡Sé el primero!

Publicar un comentario