Los Peores Papas de la Historia de la Iglesia Catolica
La Iglesia Católica, una de las más antiguas sobre la Tierra, ha lidiado a lo largo del tiempo con la corrosión propia de cualquier institución humana de amplia trayectoria, aunque, quizá, la peor batalla esté representada por las transgresiones de la política oficial que comenzaron desde la mismísima cúspide vaticana. Desde esta perspectiva, presentamos algunos de los peores papas de la historia:
Sergio III (904-911)
Tildado por sus propios cardenales como "esclavo de todos los vicios", llegó al trono vaticano después de matar a su predecesor, León V. Tuvo por amantes a la esposa del senador y jefe militar de Roma, Teofilacto I, y a su hija, una prostituta adolescente llamada Marozia, con quien engendró un hijo ilegítimo: nadie menos que el papa sucesor, Juan XI. Comenzaba así a perpetrarse el período papal conocido a través de la historia como "pornocracia".
Juan XII (955-964)
También conocido como "El papa Fornicario", fue nieto de Marozia (amante de Sergio III) y bisnieto de Teodora (esposa de Teofilacto I), genealogía muy influyente durante el siglo oscuro del papado. A sus dieciséis años, fue acusado de mantener relaciones sexuales con dos de sus hermanas, entre muchas otras relaciones ilegales. Murió a los veintisiete años, asesinado por un marido que había sorprendido al papa en el lecho nupcial.
Bonifacio VIII (1294-1303)
Según historiadores, como Chamberlain, este papa practicó a ultranza la simonía y el nepotismo, es decir, la venta deliberada de cosas espirituales, como los sacramentos, y la preferencia por familiares para la concesión de cargos dentro de la institución, respectivamente. Otro historiador, Durant, asegura que Bonifacio practicó brujería, llamó "hipócrita" a Jesucristo, profesó ser ateo, negó la vida futura y fue un pervertido pedófilo. El mismísimo Dante le reservó un sitio en el infierno de la Divina Comedia (Canto XIX), cuando todavía no había muerto.
Julio III (1550-1555)
El papado de Julio III estuvo signado por los escándalos, el más notable de los cuales giró en torno al sobrino adoptivo del Papa, Inocencio Ciocchi Del Monte, un mendigo adolescente a quien el papa encontró peleándose con el mono de un vendedor ambulante, en las calles de Parma. A pesar de ser un muchacho analfabeto, Julio lo nombró cardenal, acto que inspiró un poema épico, intitulado "En elogio de la sodomía", escrito probablemente por algún arzobispo indignado y dedicado al honor del papa.
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