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lunes, 23 de marzo de 2015

Misterios Desvelados - 16


Misterios Desvelados - 16

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CAPITULO
-4-
Misterios del Yellowstone

Pasaron siete días, y era entonces la primera semana de septiembre. En la
tarde del octavo día, me senté a meditar sobre la Vida, y sus infinitas
expresiones, cuando mi pensamiento se dirigió con naturalidad a Saint
Germain. Inmediatamente sentí que un inmenso amor salía de mí hacia
Ã?l, con profunda gratitud por el privilegio de todo lo que había
experimentado, a través de su asistencia y Luz.
Un sentimiento como de haber una â??Presenciaâ?? en la habitación comenzó
a envolverme como un hálito, y levantando la mirada de pronto, allí
estaba Ã?l sonriendo y radiante, la misma â??Presencia de la Divinidadâ??.
â??Hijo míoâ??, -dijo Ã?l-, â??¿soy tan inesperado visitante como para
sorprenderle? Seguramente sabrá bastante bien ya que cuando piensa
en mí está en contacto conmigo, y cuando Yo pienso en usted, ocurre lo
mismo. En su reflexión, su atención se fijó en mí, y Yo aparecí. ¿No
está esto de acuerdo con la Ley? Entonces, ¿por qué no aceptarlo como
natural? Aquello sobre lo que uno piensa, lo atrae a si mismoâ??.
â??Permítame sugerirle que se entrene a si mismo para no ser nunca
sorprendido, desanimado, o dañados sus sentimientos, bajo ninguna
circunstancia, porque el perfecto Auto-control de todas las fuerzas
dentro de usted, en todo momento, es Dominio, y esa es la recompensa
para aquellos que pisan el sendero de la â??Luzâ??; porque solamente
mediante la corrección del ser humano, puede ser obtenida la
Maestríaâ??.
â??Recuerde siempre que el derecho a ordenar, que es Dominio,
solamente es retenido permanentemente por aquellos que han
aprendido a obedecer primeramente, porque quien ha aprendido
obediencia a la â??Ley del Unoâ?? se convierte en un Ser de Causa
solamente, y esta Causa es Amor. Así, en realidad, uno llega a ser â??La
Ley del Unoâ??, a través de la cualidad de similitud. Vigile, de modo que
nada salga de usted, excepto eso que es armonioso, y no permita que
una palabra destructiva traspase sus labios, incluso en un chiste.
Recuerde que contiende con una fuerza de alguna clase, cada instante
de la Eternidad, y uno es su cualificador en todo momentoâ??.
â??He venido a llevarle conmigo en un importante viaje. Estaremos
ausentes treinta y seis horas. Cierre las cortinas de su habitación, cierre
las puertas, y deje su cuerpo en la cama. Será guardado hasta nuestro
retorno. Ha hecho cierto avance Interno, y tiene por delante una muy
interesante, deliciosa experiencia y viajeâ??.
Preparé mi cuerpo para acostarlo, y quedé aquietado rápidamente. Un
momento más tarde yo estaba sobre el piso, fuera de mi cuerpo, cubierto
con la misma vestidura dorada que llevé en mi visita al Royal Teton. El
sentido de densidad que uno tiene acerca de las paredes había
desaparecido, y según las atravesé, el sentimiento fue ese que se
experimenta cuando se camina a través de una espesa niebla, perdiendo la
pared misma su sentido de densidad.
Esta vez estaba claramente consciente de atravesar el espacio. No
pregunté a dónde íbamos, pero no pasó mucho tiempo hasta que llegamos
al Royal Teton. Hacia el Este destacaban las picudas Rocosas, y más allá
de ellas se extendían vastas planicies que estarán un día llenas de
vegetación semi-tropical, y sus gentes viviendo en paz y abundancia.
Hacia el Oeste pudimos ver las Montañas Sierra y Cascade, y todavía más
allá la Cordillera de la Costa, cuya línea costera es todo lo que sufrirá
cambios. Hacia el Norte, divisamos abajo el â??Yellowstoneâ??, cuya
maravillosa belleza vela sus antiguos misterios y maravillas, de nuestra
presente civilización Americana.
â??La palabra â??Yellowstoneâ??, (Piedra o Gema amarillaâ??) -explicó Saint
Germain-, â??ha existido a través de los siglos, durante más de catorce mil
años. En ese tiempo había llegado a un muy alto punto la civilización
de Poseidón, porque un Gran Maestro de Luz, estaba a la cabeza del
gobierno. Fue solamente durante los últimos quinientos años cuando
ocurrió el declive, y el mal uso de la gran sabiduría tomó el mando.
Dentro de los presentes límites del Yellowstone que todavía son los
mismos, existió la mina de oro más rica que jamás conoció el mundo.
Esta pertenecía al gobierno, y mucha de su riqueza fue usada para
propósitos experimentales e investigación, en los campos de la química,
la invención y la cienciaâ??.
â??A sesenta kilómetros desde este lugar, estaba situada una mina de
diamantes. Las piedras que se extraían de ella eran los diamantes
amarillos más bellos que han sido encontrados jamás en esta Tierra,
antes o después de aquel periodo. Entre las gemas que se sacaban de
esa mina había unas pocas y raras piedras de notable belleza y
perfección. Cortadas apropiadamente, mostraban una diminuta llama
azul en su centro, que parecía Luz Líquida. Cuando eran llevadas por
ciertos individuos, la radiación de la llama podía ser vista a más de
veinticinco milímetros por encima de la superficie de la piedraâ??.
â??Estas eran consideradas sagradas, y solamente se usaban en los más
elevados y más secretos ritos de los Maestros Ascendidos. Dieciséis de
ellas todavía están custodiadas por la â??Fraternidad del Royal Tetonâ??, y
serán dadas nuevamente para uso en un señalado momento. Fue
debido a estos magníficos diamantes por lo que el presente nombre de
â??Yellowstoneâ?? llegó hasta nuestros díasâ??.
â??Usted, hijo mío, fue el descubridor de ambas minas. Le mostraré los
archivos que son la evidencia física de lo que le he estado diciendo.
Estos archivos dan la fecha de su descubrimiento, la cantidad de
riqueza obtenida, la duración del tiempo de explotación, la descripción
de la maquinaria usada, -que manipulaba el mineral refractario,
recuperando el ochenta y siete por ciento de su valor, transformando el
oro en barras, aún dentro de la mina, haciendo innecesario cualquier
operación en la superficie, donde era embarcado-, y la fecha del cierre
y sellado. Aquí se encuentran los archivos duplicadosâ??.
â??En la vida de Poseidón, vivió en un bello hogar con una hermana que
es ahora Lotus. Ambos obtuvieron y mantuvieron estrecho contacto con
el â??Ser Divino Internoâ??; así Dios estuvo verdaderamente en acción en
todo momento. Usted era un oficial del Negociado de Minas, y por
medio de esa conexión, inventó y construyó una maravillosa aeronave.
En ella, viajó mucho sobre las montañas. Un día, mientras meditaba
profundamente, le fue mostrada la situación de estas minas que más
tarde descubrió y entregó al gobierno. Con esta explicación, le mostraré
ahora la prueba de lo que he descrito, pese a que no hay traza de estas
minas en la superficie hoy. Venga, entraremos a la misma minaâ??.
Dejando el Royal Teton, fui perfectamente consciente de atravesar el
espacio y de movernos rápidamente, hasta que alcanzamos un cierto lugar
en el Parque Yellowstone. Aquí descendimos y nos detuvimos delante de
una sólida pared de roca.
â??¿Ve algún modo de entrar?, -preguntó Saint Germain-, dirigiéndose a
mí.
â??No, pero siento que la entrada está aquíâ??, -contesté-, mientras señalaba
a un cierto punto en la pared de granito. Ã?l sonrió, y se dirigió al lugar
indicado, extendió su mano sobre él, y en un momento nos encontramos
delante de una puerta de metal, desellada.
â??¿Ve usted?â??, -explicó Ã?l-, â??nosotros tenemos nuestros propios métodos
de sellar cualquier entrada que elijamos proteger, y es imposible
encontrarla, o entrar, a no ser que así lo deseemos. La sustancia con la
que sellamos herméticamente lugares y cosas es obtenida de lo
universal. Es más dura que la roca misma, aunque en apariencia es
exactamente igualâ??.
â??De este modo, nosotros somos capaces de proteger entradas a retiros,
edificios, ciudades sepultadas, minas y cámaras secretas de la Gran
Fraternidad Blanca de la Luz, muchas de las cuales han estado
mantenidas en un estado de perfecta conservación durante unos setenta
mil años. Cuando no usamos más tales lugares o cosas, las
reintegramos a lo universal, de modo que podrá ver que todo poder
llega a ser el obediente servidor de aquel que se ha conquistado a sí
mismo. Todas las fuerzas del Universo están esperando nuestra orden,
cuando es sabio y gentil usarlasâ??.
Sobre la puerta que encarábamos había una réplica de la mano derecha de
un hombre, embutida en el mismo metal, cerca del nivel de mi hombro.
Se parecía sorprendentemente a mi actual mano física.
â??Coloque su mano sobre ésta del metalâ??, -dijo Saint Germain-, â??y
presione fuerteâ??. Yo obedecí. Mi mano ajustaba perfectamente sobre la
embutida. Yo presioné con toda mi fuerza. Lentamente se abrió la gran
puerta y Ã?l continuó: â??Ha retenido esa forma y medida de la mano
durante diversas encarnaciones. Ella fue colocada en la puerta por el
gobierno, como un honor, porque era el descubridor de la mina. Esa
mano es un modelo de su mano de hace catorce mil añosâ??.
Atravesamos la puerta, y entramos en un largo túnel redondo, que
emergía finalmente dentro de una gran cavidad. Allí, para mi total
asombro, encontré herramientas y maquinaria de varias clases, hechas de
metal blanco imperecedero, en un tal perfecto estado de conservación,
como si se hubiesen construido anteayer. En el centro de la cavidad había
una caja o cabina de ascensor. Nuestros actuales ingenieros de minas
quedarían asombrados de la simplicidad de las actividades mineras de esa
era pretérita. El mismo método será nuevamente traído al uso aquí en
América, en el próximo siglo.

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