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El Rey-Emperador, a través de la Sabiduría Interna, viendo que el pueblo
estaba sumergiéndose cada vez más profundamente en la gratificación de
los sentidos, comprendió que el Plan Divino no podía asistir por más
tiempo a su reino. Fue advertido, por aquellos de mayor autoridad
espiritual que la suya, para que diese un banquete, anunciando su decisión
de retirarse, y despidiéndose de ese modo de sus súbditos.
Ã?l reunió a sus consejeros, y dio instrucciones para el banquete,
ordenando que fuese tenido en el lugar más magnífico del imperio,
conocido como el Salón Enjoyado, en el palacio del rey. Este estaba
iluminado con globos auto luminosos que emitían un brillante y blanco
resplandor. Estaban suspendidos del techo por cadenas de cristal. Aunque
la luz dentro de ellos era intensa y brillante, tenía no obstante un
extremado efecto tranquilizador sobre el cuerpo, dando a aquellos bajo su
radiación una sensación de gran alivio y calma. La luz del globo central
hacía llamear las joyas que formaban el gran medallón en la mitad del
techo, con un diseño que imitaba a un sol radiante.
El amplio salón del banquete fue elaboradamente decorado y preparado
con veinticuatro mesas de ónice blanco, sentando cada una veinticuatro
invitados. Esta era la primera ocasión en que todos los consejeros del rey
y sus empleados iban a ser sus invitados al mismo tiempo. El anuncio del
banquete dio pié a muchos comentarios entre la gente, que habló
intensamente de ello, cada uno con su vecino, aunque resultaba un
misterio para todos, porque nadie era capaz de discernir su propósito.
Por fin llegó la noche del evento. Nadie sospechó el pesar dentro del
corazón del noble legislador, ni soñó el cambio que pronto ocurriría en
sus vidas. Llegó la hora, se reunieron los invitados, y todo el mundo
respiraba misterio.
Las grandes puertas de bronce del salón del banquete se abrieron
majestuosamente, y se oyó un estallido de música trascendente, como si
fuese tocada por una gigantesca sinfonía, en lo invisible, sorprendiendo
incluso a aquellos que conocían el inmenso poder de su adorado monarca.
Ã?l fue considerado casi como un Dios por la gente, tan grande era el amor
y admiración que sentían por la sabiduría y ayuda que derramaba
constantemente.
Cuando cesó la música triunfal, el rey entró acompañado por sus hijos. La
joven era una visión de belleza. Ella vestía un elegante traje de suave
material dorado, distinto a cualquiera de nuestro mundo moderno. Su
manto se veía como si estuviese cubierto de diamantes, porque con cada
movimiento de su cuerpo despedía destellos luminosos. El cabello dorado
que caía sobre su espalda estaba recogido con dos broches de esmeralda.
En su frente había una simple banda de metal blanco, engarzada con
diamantes. En el centro tenía lo que parecía ser un gran diamante,
enfocado y mantenido allí por su padre, aunque era realmente una
poderosa condensación de â??Luzâ??.
El rey era el único en todo el imperio que estaba dotado con el uso de un
Poder tan Trascendente. La familia real nunca había usado estas â??Joyas
de Luzâ?? en su contacto con el mundo externo, hasta esa noche. Tal uso de
este poder era permitido solamente en su adoración privada del Gran Ser
Divino, de cuya â??Suprema Presenciaâ?? estaban ellos constantemente
conscientes.
El legislador y sus dos hijos llevaban vestiduras ajustadas del mismo
suave material dorado que la hija. Estas eran flexibles como la piel, pero
hechas de oro metálico, con petos similares a un gran sol de joyas. Ellos
llevaban sandalias del mismo material, engarzadas también con piedras
preciosas, y sobre la cabeza de cada uno descansaba una maravillosa
â??Joya de Luzâ??.
El rey dio una señal, y los invitados tomaron asiento. Con voz majestuosa
y poderosa, hizo una invocación desde lo más profundo de su corazón al
â??Infinito y Supremo Unoâ??.
â??¡Oh Tú, Magno y Omnipresente Origen, Tú que gobiernas el
Universo, la Llama en cada corazón humano! Te ofrecemos nuestro
amor, alabanza y gratitud a Ti por Tu propia Vida, Luz, y Amor en
todas las cosas. Nosotros Te adoramos y sólo miramos a Ti, la
â??Presenciaâ?? en todas las cosas -visibles e invisibles, evolucionadas y no
evolucionadas-, Tú, incesante, fluyente Corriente de Vida, Quien por
siempre te derramas a Ti mismo en toda la creación, el Ã?nico Ser en
Todoâ??.
â??Mi corazón te invoca como nunca antes, para que despiertes a mi
pueblo y vea el peligro que corre, porque su indiferencia hacia Ti está
creciendo sigilosamente en ellos como un aliento venenoso,
produciendo un adormecimiento del alma, y extendiendo un velo ante
ellos que los aísla de â??Tu Brillante Presenciaâ??â??.
â??Si ellos deben tener una experiencia que consuma y queme la escoria
y nubes del ser externo, sostenlos Tú entonces y tráelos al fin a Tu
Eterna Perfección. Te invoco, Tú Creador del Universo, Tú Supremo
Omnipotente Diosâ??.
El rey tomó asiento entonces, y todos esperaron en silenciosa
expectación. En unos momentos apareció el servicio delante de cada
invitado. Plato tras plato fueron servidos como por manos invisibles;
llegando la comida en maravillosos y enjoyados contenedores de cristal,
desapareciendo tan pronto como eran acabados, y eran sustituidos de
inmediato por el siguiente. Finalmente, el más elaborado banquete que el
imperio había conocido llegó a su fin. Todo estaba en silencio de nuevo,
como si aguantasen expectantes la respiración, anticipando un hecho muy
inusual.
El rey se levantó y permaneció unos momentos esperando calmosamente.
Inesperadamente apareció una copa de cristal a mano derecha de cada
invitado. Ã?stas estaban llenas con una condensación de Esencia
Electrónica Pura; y para todos los que la bebieron, no importa cuánto se
extiendan sus vidas a lo largo de las edades, o cuán variadas sean sus
experiencias, nunca podrán olvidar completamente al â??Ser Divino
Internoâ??. Esta protección del alma le fue garantizada a los presentes en el
banquete, como una recompensa por su fe y lealtad a Dios en ellos
mismos, al rey, y al imperio. Los consejeros, y los demás presentes,
habían servido sincera y continuamente, por el bien del imperio, y por ese
servicio les fue otorgada la protección del alma a través de los siglos.
Cada presente elevó su copa y bebió a â??Dios en sí mismoâ??, a su propia
â??Llama del Altísimo Ser Vivienteâ??. Los pormenores del banquete
fueron radiados a todo el mundo en el imperio, a través de radios
similares a las que hay en uso hoy día. No eran mayores que un plato de
la comida, aunque eran tan poderosas como para sintonizar lo que ocurría
en cualquier punto de la superficie de la Tierra.
Después del saludo al Ser Divino en cada uno, todos quedaron muy
quietos, y hasta la atmósfera parecía haber quedado sin movimiento. En
pocos momentos se hizo visible una Maravillosa â??Presenciaâ?? enfrente
del rey.
Esa â??Presenciaâ?? era un â??Maestro Cósmicoâ?? procedente del â??Gran
Silencioâ??. Un murmullo de maravilla y sorpresa recorrió a todos los
invitados con su aparición, porque ellos reconocieron con asombro a Uno
de Quien habían oído hablar durante muchos siglos, aunque nadie había
visto jamás esa â??Presenciaâ??. Elevando su mano derecha, el Maestro
Cósmico se dirigió a todos los presentes y a todos los residentes dentro
del imperio.
â??Oh Hijos de la Tierra, os traigo un aviso de seria importancia, en un
momento de gran crisis. ¡Levantaos del enredo de los sentidos que os
está hundiendo! ¡Despertad de vuestro letargo, antes de que sea
demasiado tarde! Este, mi â??Hermano en la Luzâ?? debe retirarse y
dejaros experimentar lo que habéis escogido, que os está atrayendo a
sus muchas trampas. Vosotros mismos os habéis abierto a la
incontrolada ignorancia y emociones del ser externoâ??.
â??Vosotros prestáis poca atención y dais todavía menos adoración a
vuestra â??Fuenteâ?? -la Suprema, la Magna, la Radiante, la Majestuosa,
la Infinita Causa de todo lo que existe-, el Creador y Sostenedor de
todos los mundos. Vosotros no dais gratitud a la â??Gran Presencia
Gloriosaâ??, el â??Señor del Amorâ??, por la misma Vida por la cual existísâ??.
â??Oh, ¿por qué no estáis siquiera agradecidos por las bendiciones que os
derrama tan pródigamente la Naturaleza; por la abundancia que os
llega a través de la Tierra, y a través de vuestro sabio y generoso
legislador? Vosotros os agradecéis unos a otros los favores -esas cosas
de los sentidos y la forma, que son tan efímeras-, que pasan de unos a
otros y luego desaparecen; pero ¿por qué, oh, por qué, olvidáis la
â??Fuenteâ?? de toda Vida, todo Amor, toda Inteligencia, y todo Poder?â??
â??¡Pueblo, oh, Pueblo! ¿Dónde está vuestra gratitud a la Vida por el
Amor, por la magnificencia de la experiencia que gozáis en cada
momento, cada hora, y cada día, año tras año? A todo esto lo podéis
considerar como vuestro, pero siempre ha pertenecido, pertenece, y
siempre pertenecerá a la Ã?nica Gran Fuente de la Vida, la Luz, el
Amor, y Todo Bien -DIOS-, el Supremo, el Adorable, el que Todo lo
impregnaâ??.
â??Cuando debido al propio mal uso de la energía de la Vida, que
derrama sobre vosotros el â??Uno que todo lo impregnaâ?? constantemente,
pura, perfecta e incontaminada, creáis vosotros condiciones tan
destructivas y dolorosas, que no se pueden tolerar por más tiempo, os
revolvéis entonces con desesperación, agonía, o rebelión, e invocáis a
Dios para que os libere de vuestra miseria. ¿Es esto lo que ofrecéis
como pago al â??Dador de todo Bienâ??, como restitución por esa Incesante
Perfección que Ã?l derrama continuamente con Amor Supremo? La
única condición por la cual el â??Ã?nico Gran Serâ?? lo da todo, es su uso
correcto, para que pueda bendecir al resto de la creación con infinito
gozo, armoniosa actividad, y Perfecciónâ??.
â??Cuando en lo más profundo de la miseria, os volvéis de nuevo a
vuestra Fuente, buscando liberaros de vuestras malas acciones, lo
mismo gritáis con la agonía de la desesperación, que rebeldemente
culpáis a la â??Vida y Fuente de Todo Bienâ?? por permitir que ocurra en
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vosotros y vuestro mundo lo que llamáis injusticia o condiciones
erróneasâ??.
â??Es vuestro pequeño ser personal, el que es injusto con la Vida; el que
es desleal; el que creó la miseria en la Tierra; porque solamente la
humanidad, con su libre albedrío para crear como le plazca, -cada
individuo mediante su propio pensamiento y sentimiento-, se atreve a
expresar discordia, miseria, y deformidad sobre la Tierra. Esto es una
plaga sobre la Creación y la Perfección que por siempre vibra en la
Gran Melodía Cósmica de la Canción Eternaâ??.
â??Solamente la humanidad es culpable de crear una desarmonía en la
música de las esferas, porque todo lo demás vive y actúa de acuerdo con
la â??Ley del Amor, de la Vida, de la Armonía, y de la Luzâ??. Todo lo
demás se mezcla en el todo armonioso -el â??Cuerpo del Infinito, Todo
Amoroso Uno-â??â??.
â??Todos los demás reinos de â??la Vida y la Luzâ?? se mueven y crean de
acuerdo al principio fundamental sobre el que descansa toda
Perfección. Ese principio es Amor. Si no fuese por los â??Grandes Seresâ??
como vuestro legislador, y la Gran Hueste de Maestros Ascendidos,
cuya clave de la existencia es Amor, la humanidad se habría destruido
hace mucho tiempo, ella misma y el propio planeta sobre el que existeâ??.
â??Las trascendentes y magníficas actividades del Amor y la Luz son las
Condiciones Naturales en las cuales creó y esperó Dios que Sus hijos
humanos manifestaran y obedecieran Su mandato de â??Amarâ??. No hay
tal cosa como condiciones súper naturales en ningún lugar del
Universo. Todo lo que es trascendente, bello, y Perfecto, es Natural y
está de acuerdo con la â??Ley del Amorâ??. Cualquier otra cosa diferente a
esa es antinatural. La experiencia diaria de los Maestros Ascendidos
es la Perfección en que se esperaba que viviesen los hijos de Dios
siempre. Los hijos de la Tierra vivieron esta Perfección una vez en una
era anterior, que se conoció como una Era Doradaâ??.
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