Gran revuelo generó en el año 2007 el estreno de la película Apocalypto, del genial actor y director australiano Mel Gibson. Este film, cuya trama gira básicamente en torno a un cautivo indígena que escapa del terror de sus captores mayas para salvar a su familia, transcurre dentro del contexto y período en que esta cultura dominaba la región. Se había criticado -muy exageradamente, por cierto- al director por algunas inexactitudes históricas allí volcadas, llegándose al extremo de tildar de racista al productor y de maliciosa la película. En realidad, para el caso, más allá de algunos equívocos discutibles -incluso entendibles-, en ningún momento el director había pretendido hacer de esta película un documental ni tampoco, naturalmente, se había jactado de ello. Lo que había molestado en realidad había sido otra cosa. No fueron, ciertamente, las usuales licencias artísticas empleadas en este género de ficciones. No. Lo que enfureció a muchos fue la osadía del director de desnudar a este pueblo hasta sus gestos más íntimos, de estricta estratificación social, opresor del pueblo llano, que vivía en guerra y de la guerra contra los pueblos más débiles. Aunque, sin dudas, lo que más indignó a los escribas de marras fue la mención y personificación de los constantes sacrificios humanos por ellos realizados. Lo curioso del caso es que, en realidad, el director no había potenciado los rasgos negativos de este régimen totalitario y sanguinario, sino, contrariamente, más bien los había menguado. La realidad de aquellos tiempos fue bastante más cruda y cruenta que lo que refleja el film, si nos atuviéramos al gran cúmulo de documentación existente, como los escritos del Padre Landa y demás escritos, códices y testimonios de los mismos indígenas, y a la evidencia respaldada por la ciencia como descubrimientos arqueológicos y antropológicos varios. A este respecto merecen particular mención los descubrimientos realizados en 1946, donde, entre otras cosas, se encontraron en Chiapas, México, varias pinturas y jeroglíficos mayas, cuyo análisis detenido dio como resultado un veredicto unánime: los mayas habían sido extremadamente sanguinarios y despiadados.
A raíz de la polémica suscitada por esta película y la posterior contestación de varios de los hechos allí mencionados, debió admitir, muy a su pesar, Juan E. Pardinas:
"La mala noticia es que esta interpretación histórica tiene alguna dosis de realidad (...) Los personajes de Mel Gibson se parecen más a los mayas de los murales de Bonampak que a los que aparecen en los libros de la SEP (libros escolares de México)".
A base del análisis minucioso de estos hallazgos, se supo que no eran los mayas un pueblo pacífico como se creía, sino todo lo contrario. Se descubrió que eran todos ellos pueblos extremadamente guerreros, caníbales, que vivían guerreando y sufriendo, a la vez, constantes insurrecciones internas por la hegemonía del poder, y, otras veces, en reacción a la asfixiante opresión. En cuanto a la ferocidad, llegaron a ser casi tan desalmados como los aztecas, aunque con la particularidad de que la mayor parte de los sacrificados por los mayas a los dioses eran niños.
"Decían incluso que el sacrificio humano era raro entre los mayas", expresa Stuart, algo claramente desmentido por los descubrimientos recién mencionados. Continúa diciendo:
" (...) tanto en las tallas en piedra como en las pinturas murales, hemos encontrado más y más similitudes entre los aztecas y los mayas, incluida una ceremonia maya en que un sacerdote grotescamente ataviado le saca las entrañas a una víctima aparentemente viva durante un sacrificio e incluso sacrificio de niños (...) De hecho, en los rituales mayas los prisioneros de guerra eran sacrificados en la cima de la pirámide (...) sosteniendo sus brazos y piernas mientras un sacerdote les abría el pecho con un cuchillo sacrifical y arrancaba el corazón como una ofrenda".
Michael Coe explica el gran cambio producido por los nuevos estudios de la civilización maya:
"Ahora es sorprendentemente claro que los mayas de la época clásica, y sus antecesores del preclásico, eran gobernados por dinastías hereditarias de guerreros, para quienes el autosacrificio y el derramamiento de sangre, eran obsesiones supremas".
Otro experto, Le Fay, decía al respecto:
"Desapareció la imagen del hombre maya como primitivo agricultor pacífico practicando ritos religiosos esotéricos en la quietud de la selva. El resultado es un pueblo guerrero lleno de vida, en número insospechado anteriormente, que usó técnicas agrícolas muy avanzadas. Y al igual que los vikingos, a medio mundo de distancia, comerciaban e invadían con brío".
La visión idílica que se tuvo en algún momento sobre esta cultura, contrasta reciamente, como veremos en un momento, con la realidad de los hechos. Incluso la National Geographic -no justamente un valuarte hispanista-, ante los constantes descubrimientos arqueológicos probatorios del carácter despiadado de esta cultura milenaria, realizó y publicó en el año 2005 un documental acerca de esta realidad titulado "Los últimos días del imperio maya"
http://www.ivoox.com/ultimos-dias-del-imperio-maya-audios-mp3_rf_769250_1.html
Conviene transcribir parte de la sinopsis que antecede al documental:
"Dieciséis esqueletos -los restos de una familia real maya, del siglo IX- han sido descubiertos en una fosa común, relevando una sórdida historia de sexo, ambición y rivalidades...y las pistas definitivas que desentrañarán uno de los grandes misterios del mundo antiguo: la causa de la desaparición del imperio maya, la masacre real y el colapso posterior de otros reinos apuntan a una sangrienta lucha por el poder entre familias rivales, la práctica real de tomar varias esposas -cuyo propósito en un principio debía ser el de crear alianzas entre distintos reinos mayas enfrentados- tuvo, de hecho, el efecto contrario. Con el paso del tiempo, el aumento de los miembros pertenecientes a familias reales generó un superávit de príncipes demasiado preocupados por su supervivencia. El acceso a uno de los más importantes descubrimientos de la arqueología maya, combinado con las técnicas forenses más avanzadas, vividas recreaciones y gráficos por ordenador nos ayudan a presentar una historia en la que el sexo, la ambición y las luchas por el poder real desembocaron en la destrucción de una antigua superpotencia".
Breve historia:
La civilización maya llegó a habitar gran parte de la región mesoamericana, incluyendo las actuales repúblicas de Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador y los estados mexicanos de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán. Este mítico pueblo se originó alrededor del 600 antes de Cristo.
La historia mejor conocida de los mayas abarca dos períodos y locaciones distintas: el primero, denominado clásico (IV-X), abarcó las regiones del sur de México, Guatemala y Honduras, floreciendo grandes centros urbanos y religiosos como Palenque, Tikal, Yaxchilán, Copán y Piedras Negras.
Fotos de mi viaje a Yaxchilán y Bonampak:
El segundo corresponde al que llamamos período posclásico (X-XV), concentrado básicamente en la Península de Yucatán, entre el Golfo de México y el Mar Caribe, donde entre otras ciudades se erigieron Chichen Itzá, Mayapán y Uxmal. El apogeo maya se produce en el siglo VIII y el IX. Muchos autores atribuyen este período de esplendor a la gran inmigración proveniente de Teotihuacan, una de las culturas indígenas más prósperas en la historia precolombina que había caído a mediados del siglo VIII por motivos que se desconocen. De acuerdo a trabajos arqueológicos recientes, los mayas florecieron al mismo tiempo que la cultura zapoteca, teotihuacan, La Venta (olmeca) y otras; por tanto, como resalta el especialista Eric Thompson, no es cierto que -como se creía hasta épocas recientes- estas y otras culturas hayan surgido a consecuencia de la influencia maya en la región. Los mayas, al no haber constituido propiamente un imperio, no contaron con una capital común, pero si con grandes centros urbanos como la antes mencionada Tikal, aunque se cree que el primero fue el de Uaxactún (200 d.C), ubicado a 20 km de la primera. No obstante, la ciudad maya no era propiamente un centro urbano (como lo entendemos actualmente) sino un centro básicamente ceremonial; un conjunto de construcciones donde la gente acudía exclusivamente en fiestas religiosas y cívicas o a visitar sus mercados. La población vivía en las afueras.
No obstante, su edad de oro duró muy poco; a partir de la cual se evidencia una clara, general y gradual decadencia de su cultura hasta su destrucción casi total.
Alrededor del año 1000 las ciudades emblemáticas de los mayas son abandonadas repentinamente por causas que no se han podido establecer con certeza -al igual que el recién mentado caso de Teotihuacan. A partir de allí -período usualmente calificado como posclásico- la gran masa de la población fue migrando y estableciendo su hábitat principalmente en la región de Yucatán. Las causas de su relativamente súbita disolución constituyen, como hemos dicho, un misterio no aclarado convincentemente hasta la fecha. ¿Qué motivo acuciante movió a cerca de dos millones de personas a abandonar una tierra que habitaban hace más de mil años y en cuya construcción habían invertido todo?
Son tres las teorías que gozan de mayor crédito. Con respecto a la decadencia y posterior desaparición de esta cultura, existe acuerdo general en que sucedió en algún momento entre los siglos IX y XI de nuestra era. En lo que no existe unanimidad es en cuanto a las causas que la generaron.
Algunos sostienen que se debió principalmente al colapso ecológico sufrido en la región debido a los métodos agrícolas utilizados por estos, como la quema, roza y tumba, y la depredacion de los bosques. También, asimismo, se ha hablado de una gran peste que asoló la región; otros atribuyen el hecho a un desmesurado crecimiento de la población que sobrepasó las capacidades productivas de la misma. Aunque la hipótesis más probable es aquella que sostiene un levantamiento de los trabajadores del estrato social más bajo y las regiones sometidas a estos nobles, sacerdotes y soberanos, que exprimían al pueblo con desmedidas cargas tributarias y distintas obligaciones. A este respecto, Thompson dice lo siguiente:
"No es ilógico pensar que hubo una serie de rebeliones de la gente del campo contra la minoría teocrática de las oficiales y los nobles. Estos levantamientos pueden haberse originado en las incesantes y cada vez mayores demandas de servicio para trabajos de construcción y para la consecución de alimentos destinados a un número también creciente de personas que no se dedicaban a la producción. Por otra parte, la adopción por la jerarquía de conceptos extraños a su religión nativa, tales como el culto al planeta Venus, puede haber actuado como una cuña entre los dos grupos haciendo pensar a los labriegos que la jerarquía ya no realizaba su función más genuina, o sea la de propiciar a los dioses del suelo, únicos en los que aquella gente humilde creía de todo corazón. (...) en una ciudad tras otra el grupo dominante fue expulsado o, más probablemente aún, fue muerto en masa por los labradores que hasta entonces habían sido sometidos, pasando así el poder a los jefes del grupo campesino y a los brujos-curanderos de las pequeñas poblaciones".
Aunque también se ha dicho que el abandono relativamente repentino de la población se debió a ataques, saqueos e invasiones militares provenientes de pueblos extranjeros. Solo sobrevivieron algún tiempo las ciudades menores, desapareciendo las emblemáticas de la faz de la tierra. A partir de aquel momento, de aquella migración forzada, dejaron de ser una influencia decisiva en la región, tomando su lugar otros pueblos como los toltecas.
La mayor emigración de mayas, como hemos dicho, se registró en la Península de Yucatán (considerada la refundación o segundo período maya) convirtiéndose Chichén Itzá, Uxmal y Mayapán en sus ciudades-centros urbanos principales, conformando la famosa Liga tripartita de Mayapán, que poco a poco irá sometiendo a toda la región. Con la disolución de Mayapán en 1451 -ocurrida por conflictos externos e internos, principalmente entre Chichén Itzá y Mayapán- se divide finalmente la región en 16 provincias independientes y cientos de pequeños cacicazgos que no cesaron de guerrear entre sí. En esta situación terminal de los últimos vestigios mayas llegan los españoles.
Los mayas, en sus tiempos de máximo esplendor, llegaron a reunir cerca de 70 ciudades que compartieron una cultura, lengua y religión común, con permanente contacto comercial; aunque no existía una unificación, centralización política, capital común ni soberano absoluto; cada ciudad tenía su propio rey, sacerdocio y nobleza. Por esto decimos que no podemos considerar a los mayas como un imperio propiamente dicho. En sí, su situación y organización política fue similar a las grandes polis griegas, como Esparta, Corintio y Atenas, que si bien fueron culturalmente similares (lengua, religión, costumbres), fueron celosos de su independencia y autonomía, guerreando frecuentemente entre ellas, al igual que los mayas. Sus vínculos políticos, cuando los tuvieron, fueron temporales y sostenidos por alianzas que duraban, las más de las veces, lo que un nublado. Las principales batallas se libraron entre las ciudades de Tikal y Calakmul, y luego, en sus tiempos en Yucatán, entre los pueblos/tribus miembros de la Liga de Mayapán, luchando encarnizada y constantemente por la supremacía de la región. Algunas veces, cuenta el Padre Landa, los mismos soberanos vendían a los integrantes de su propio pueblo, entregándolos como esclavos a tribus extranjeras, a cambio de riquezas y favores; actitud que no debería sorprender si tomamos en consideración que cuando las grandes catástrofes naturales, como las inundaciones, los mayas huían de los centros urbanos hacia los bosques abandonando y dejando morir a ancianos y a aquellos que se veían impedidos físicamente de trasladarse.
La estética entre éstos era fundamental. Tatuados sus cuerpos y caras casi completamente, el rostro totalmente depilado, llegaron a extremos aberrantes -principalmente entre los señores mayas-, como la perforación de la lengua, el pene y las orejas- hasta que les cupiera un huevo de pavo-, la incrustación de piezas dentales de gemas en la boca, la deformación artificial e intencionada de dientes, narices, cabezas, y todo tipo de mutilación corporal posible.
Situación social
Según varios autores, su organización social fue similar a los ayllus incas, donde cada familia o clan debía cultivar una determinada parcela de tierra para el Estado. No existía la propiedad privada; todo pertenecía al Estado y a su soberano.
Debajo del soberano encontramos una sociedad dividida en cuatro estamentos: la nobleza, el sacerdocio, los plebeyos, llamados yalba uinikoob, cuyo significado es "hombres pequeños", y los esclavos. De la primera, llamada almenhehoob, provenían las clases dirigentes y los sacerdotes.
La mayor parte de la población estaba constituida por los plebeyos, que eran, entre otras cosas, cargadores, campesinos, pescadores, constructores, leñadores, agricultores, aguadores, albañiles, artesanos, canteros, tejedores, etc.
Observamos en los pueblos mayas, al igual que en los aztecas e incas, una definida y rigurosamente marcada estratificación social, o como admite Von Hagen "una acentuada desigualdad social".
Toda posición de poder era controlada por las clases altas y no existía la posibilidad de la ascensión social para los estratos bajos. Los cargos públicos y las distinciones de linaje, nobleza, eran hereditarios, a diferencia de algunos pueblos mexicas. Sobre la organización social de este pueblo, comenta el insospechado especialista Howard La Fay:
"La sociedad maya estaba organizada sobre la base de una marcada estratificación social, a la cabeza de la cual se encontraba la nobleza, losalmenehoob (los que tienen padres y madres). Este grupo privilegiado monopolizaba el poder y la autoridad al ostentar los puestos políticos y religiosos".
Salcedo Flores, distingue entre estos últimos, tres clases de trabajadores: aquellos libres que trabajaban por algún salario, los siervos que trabajaban gratuitamente o por explotación determinada y a favor de los señores y los sacerdotes, y finalmente los esclavos.
Los plebeyos, el pueblo, colmado de obligaciones, no tenían derecho a prácticamente nada. No solo trabajaban las tierras comunales para procurarse su propio alimento, sino que, además de ser obligados a cultivar las tierras de los nobles y sacerdotes -por supuesto, sin percibir remuneración alguna-, debían construir sus casas, dar regalos a los señores de la localidad y pagar altísimos tributos e impuestos. No les estaba permitido vivir sino en las zonas marginales, ya que las tierras ubicadas en los centros urbanos estaban reservadas para las clases privilegiadas. El recién citado autor, desde su pormenorizado estudio de la cultura maya, concluye finalmente que, entre estos, el Derecho fue utilizado por la clase dominante para sojuzgar al pueblo.
Los nobles y reyes tenían permitido tener varias mujeres -algunos llegaron a tener cientos-, mientras al pueblo se lo obligaba a mantener un estricto régimen monogámico. El incumplimiento de esta norma se castigaba con la muerte. Sumando a este cuadro el fatalismo de su religión, no sorprende pues la frecuencia con que los mayas cometían suicidio, nos dice un autor al respecto, "... lo aceptaban como una forma de liberación y hasta de felicidad ultraterrena" (..) Las mujeres, ciertamente, no tuvieron mejor pasar. Cualquier hombre podía repudiar, castigar físicamente y divorciarse de su esposa si esta olvidaba preparar adecuadamente la comida o el baño del hombre. El repudio entre las culturas indígenas era un estigma indeleble que acompañaba a la persona hasta su muerte -si es que no era ejecutada con anterioridad-.
No eran los mayas un pueblo pacífico, como hemos dicho, sino todo lo contrario. Parece que, según algunos historiadores, guardaban ciertas normas de guerra como no exterminar completamente a las poblaciones vencidas. Aunque, por otro lado, casi todos los cautivos tomados de estas, eran salvajemente torturados antes de ser sacrificados en el sangriento juego de pelota. El frecuente empleo de la tortura entre los mayas es también mencionado por Fray Diego de Landa, uno de los principales estudiosos de este pueblo.
La organización familiar era monogámica exogámica, y existía la posibilidad del divorcio por varios motivos, como el abandono de uno de los cónyuges o el repudio. Podían volver a casarse, incluso sin la intervención de un sacerdote.
FUENTES:
1) 1492, FIN DE LA BARBARIE Y COMIENZO DE LA CIVILIZACIÃ?N EN AMÃ?RICA de Cristian Rodrigo Iturralde
2) RELACIONES DE LAS COSAS DE YUCATÃ?N de Fray Diego de Landa
3) THE MAYA, CHILDREN OF TIME de Howard La Fay
4) THE MAYA de Michael D. Coe
5) BREVE HISTORIA DE AMÃ?RICA de Luis Alberto Sánchez
6) GRANDEZA Y DECADENCIA DE LOS MAYAS de Eric Thompson
7) LAS CULTURAS PRECOLOMBINAS de Henri Lehmann
8) HISTORIA DE YUCATÃ?N de Carlos Castillo Peraza
9) EL DERECHO MAYA PREHISPÃ?NICO... de Antonio Salcedo Flores
10) EXPLORADOR MAYA de Victor Wolfgang Von Hagen
11) LA IDEOLOGÃ?A DEL SACRIFICIO ENTRE LOS MAYAS de David Stuart
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LOS INVITO A PASAR POR MIS POSTS ANTERIORES, GRACIAS A TODOS POR PASAR POR ESTE!
http://www.taringa.net/alientina/posts
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