En el año 2011, los directores y profesores de teatro: Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, presentaron en la Facultad de ciencias sociales de la ciudad de Buenos Aires, un trabajo de investigación.
Tema: actuación en relación al cine y al teatro.
A continuación, contenidos, desde mi punto de vista.
Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, en la primera parte del trabajo citado, afirman: con la aparición del cine, la actuación, en relación a las técnica instala definitivamente un nuevo modo de concebir la relación obra â?? espectador, pero en el arte del actor introduce nuevas necesidades en el arte del actor.
La clave inicial que diferencia ambos acontecimientos se da en relación al actor como cuerpo de trabajo, cuerpo en actuación.
En el teatro el actor en persona presenta al público su ejecución artística; por el contrario, la ejecución del actor en cine es presentada por todo un mecanismo, lo que trae aparejado en primera instancia diferencias significativas en las modalidades de la actuación.
A diferencia del teatro, en cine la dinámica de la actuación estará sometida, el cuerpo del actor está ausente del hecho vivo puesto que no es él quien presenta a los espectadores su ejecución, y es allí donde sus posibilidades de accionar sobre la experiencia del espectador como lo hace el teatro, acomodando su actuación al público durante la función, le está vedada.
Dicha condición, a su vez, transforma al espectador de cine en un experto que emite su dictamen sin que para ello lo estorbe ningún tipo de contacto personal con el artista, comprometiéndose sólo a través del aparato.
Así como el actor representa para un aparato, el espectador se compromete a través de él.
Como en el teatro, en el cine también se reivindica lo colectivo y lo comunitario pero de formas distintas.
El cine requiere lo colectivo - la proyección en sala - , el espectáculo y la interpretación comunitaria, al mismo tiempo que existe una desvinculación fundamental: en la sala, cada espectador está solo.
Es la gran diferencia con el teatro, donde lo colectivo contraria la soledad del espectador.
Este es el aspecto pro fundamente político del teatro: la reunión es una, y expresa una presencia colectiva militante
La inscripción del cine en el ámbito del arte trajo consigo profundos cambios en el territorio estético.
A propósito del cine, Federico Herrero, lo define como al exilio del actor de cine, el destierro de la escena y de su persona en tanto su cuerpo, devendría en un síntoma de deficiencia al que se lo despojaba de su realidad al transformarlo en imagen, en sombra.
De algún modo la ausencia del público y la mediación del mecanismo hace que el cuerpo del actor se quede sin aura, la reproducción técnica entrega una copia.
Basta con repasar algunos de los variados manifiestos de las vanguardias históricas para encontrar al joven arte en el centro de la experimentación de prácticas como la plástica, la literatura y el teatro - por nombrar algunas de las artes tradicionales - y un núcleo de reflexiones en torno a la indagación sobre su identidad (especificidad) en el campo de lo expresivo.
En este contexto, las relaciones del arte del cine con el del teatro fueron numerosas, y su diálogo en distintos niveles ha ofrecido más de una perspectiva para sus estudios.
En este sentido, como argumentan Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, , ambas prácticas discursivas se diferencian sensiblemente en la modalidad de sus medios y sobre todo, en los usos a los que sus productos están sometidos en la pragmática de sus manifestaciones.
El cine, a diferencia del teatro está condicionado por la presencia de un punto de vista (el objetivo de la cámara) y por el consiguiente conjunto de características perspectivas y que marcan las imágenes.
Aún así, el teatro y el cine pueden ser considerados como aferentes en un mismo principio en relación a sus signos, como modalidad técnica y social distinta de un único fundamento ordenador en la noción de puesta en escena.
La misma consiste en la organización productiva de un discurso, en la constitución de un espacio representativo, expresivamente autónomo respecto a cualquier referencia externa al procedimiento puesto en acción.
Por otro lado - y también dentro de una perspectiva formal pero desplazando la atención hacia los procesos materiales de realización, es decir, en la condición de mecanismos de producción de significados, ciertos estudios se orientan a visibilizar sus relaciones estructurales, centrándose para ello en la noción de relación entre medios.
Esta perspectiva trata de localizar en el aprovechamiento por parte de cada uno de estos medios de los mecanismos formales del otro, así como en el rendimiento de ciertas estrategias estructurales compartidas por ambos en su evolución histórica.Por su lado el teatro como acontecimiento produce entes en su acontecer, se liga a la cultura viviente, a la presencia errática de los cuerpos.
Es un acontecimiento complejo fundado en una peculiar zona de experiencia y subjetividad.
La base irrenunciable del teatro es entonces lo presente, de allí su naturaleza corporal, territorial, localizada, para el diálogo es diferente al cine ya que es experiencia viviente.
El cuerpo del actor en teatro deviene en cuerpo poético con características singulares que condensa sobre sí el ser ente que hace acontecimiento y es producido por el acontecimiento.
En teatro el cuerpo territorial del actor se transforma en un nuevo cuerpo poético, se somete a procesos de desintegración del individuo para convertirse en materia de la estética y el espectador contempla el espesor de la convivencia entre el cuerpo natural, social, el afectado y el poético.
En cine la visión cinematográfica es corpórea a partir de las sombras que se mueven en la pantalla.
Al referirse al acontecimiento cinematográfico, la mayoría de sus estudiosos aluden a un mundo al alcance de la mano, donde el espectador se exalta en su propio doble encarnado en los héroes o las aventuras proyectadas; una suerte de experiencia que encarna una técnica ideal de la satisfacción afectiva.
A partir de ese torbellino luminoso de fulgores, dos dinamismos, dos sistemas de participación, se derraman uno en el otro, se completan, se juntan en un dinamismo único.
El filme es ese momento en el que se unen dos individuos.
El incorporado en la película y el del espectador.
La pantalla es ese lugar en el que el pensamiento actor y el pensamiento espectador se encuentran y adquieren el aspecto material de ser un acto.
Un acto, un encuentro donde se imagina por mí, en mí lugar y al mismo tiempo fuera de mí, donde el carácter festivo propio de la celebración teatral es transformada en pura fascinación ilusoria de la mirada.
Tema: actuación en relación al cine y al teatro.
A continuación, contenidos, desde mi punto de vista.
Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, en la primera parte del trabajo citado, afirman: con la aparición del cine, la actuación, en relación a las técnica instala definitivamente un nuevo modo de concebir la relación obra â?? espectador, pero en el arte del actor introduce nuevas necesidades en el arte del actor.
La clave inicial que diferencia ambos acontecimientos se da en relación al actor como cuerpo de trabajo, cuerpo en actuación.
En el teatro el actor en persona presenta al público su ejecución artística; por el contrario, la ejecución del actor en cine es presentada por todo un mecanismo, lo que trae aparejado en primera instancia diferencias significativas en las modalidades de la actuación.
A diferencia del teatro, en cine la dinámica de la actuación estará sometida, el cuerpo del actor está ausente del hecho vivo puesto que no es él quien presenta a los espectadores su ejecución, y es allí donde sus posibilidades de accionar sobre la experiencia del espectador como lo hace el teatro, acomodando su actuación al público durante la función, le está vedada.
Dicha condición, a su vez, transforma al espectador de cine en un experto que emite su dictamen sin que para ello lo estorbe ningún tipo de contacto personal con el artista, comprometiéndose sólo a través del aparato.
Así como el actor representa para un aparato, el espectador se compromete a través de él.
Como en el teatro, en el cine también se reivindica lo colectivo y lo comunitario pero de formas distintas.
El cine requiere lo colectivo - la proyección en sala - , el espectáculo y la interpretación comunitaria, al mismo tiempo que existe una desvinculación fundamental: en la sala, cada espectador está solo.
Es la gran diferencia con el teatro, donde lo colectivo contraria la soledad del espectador.
Este es el aspecto pro fundamente político del teatro: la reunión es una, y expresa una presencia colectiva militante
La inscripción del cine en el ámbito del arte trajo consigo profundos cambios en el territorio estético.
A propósito del cine, Federico Herrero, lo define como al exilio del actor de cine, el destierro de la escena y de su persona en tanto su cuerpo, devendría en un síntoma de deficiencia al que se lo despojaba de su realidad al transformarlo en imagen, en sombra.
De algún modo la ausencia del público y la mediación del mecanismo hace que el cuerpo del actor se quede sin aura, la reproducción técnica entrega una copia.
Basta con repasar algunos de los variados manifiestos de las vanguardias históricas para encontrar al joven arte en el centro de la experimentación de prácticas como la plástica, la literatura y el teatro - por nombrar algunas de las artes tradicionales - y un núcleo de reflexiones en torno a la indagación sobre su identidad (especificidad) en el campo de lo expresivo.
En este contexto, las relaciones del arte del cine con el del teatro fueron numerosas, y su diálogo en distintos niveles ha ofrecido más de una perspectiva para sus estudios.
En este sentido, como argumentan Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, , ambas prácticas discursivas se diferencian sensiblemente en la modalidad de sus medios y sobre todo, en los usos a los que sus productos están sometidos en la pragmática de sus manifestaciones.
El cine, a diferencia del teatro está condicionado por la presencia de un punto de vista (el objetivo de la cámara) y por el consiguiente conjunto de características perspectivas y que marcan las imágenes.
Aún así, el teatro y el cine pueden ser considerados como aferentes en un mismo principio en relación a sus signos, como modalidad técnica y social distinta de un único fundamento ordenador en la noción de puesta en escena.
La misma consiste en la organización productiva de un discurso, en la constitución de un espacio representativo, expresivamente autónomo respecto a cualquier referencia externa al procedimiento puesto en acción.
Por otro lado - y también dentro de una perspectiva formal pero desplazando la atención hacia los procesos materiales de realización, es decir, en la condición de mecanismos de producción de significados, ciertos estudios se orientan a visibilizar sus relaciones estructurales, centrándose para ello en la noción de relación entre medios.
Esta perspectiva trata de localizar en el aprovechamiento por parte de cada uno de estos medios de los mecanismos formales del otro, así como en el rendimiento de ciertas estrategias estructurales compartidas por ambos en su evolución histórica.Por su lado el teatro como acontecimiento produce entes en su acontecer, se liga a la cultura viviente, a la presencia errática de los cuerpos.
Es un acontecimiento complejo fundado en una peculiar zona de experiencia y subjetividad.
La base irrenunciable del teatro es entonces lo presente, de allí su naturaleza corporal, territorial, localizada, para el diálogo es diferente al cine ya que es experiencia viviente.
El cuerpo del actor en teatro deviene en cuerpo poético con características singulares que condensa sobre sí el ser ente que hace acontecimiento y es producido por el acontecimiento.
En teatro el cuerpo territorial del actor se transforma en un nuevo cuerpo poético, se somete a procesos de desintegración del individuo para convertirse en materia de la estética y el espectador contempla el espesor de la convivencia entre el cuerpo natural, social, el afectado y el poético.
En cine la visión cinematográfica es corpórea a partir de las sombras que se mueven en la pantalla.
Al referirse al acontecimiento cinematográfico, la mayoría de sus estudiosos aluden a un mundo al alcance de la mano, donde el espectador se exalta en su propio doble encarnado en los héroes o las aventuras proyectadas; una suerte de experiencia que encarna una técnica ideal de la satisfacción afectiva.
A partir de ese torbellino luminoso de fulgores, dos dinamismos, dos sistemas de participación, se derraman uno en el otro, se completan, se juntan en un dinamismo único.
El filme es ese momento en el que se unen dos individuos.
El incorporado en la película y el del espectador.
La pantalla es ese lugar en el que el pensamiento actor y el pensamiento espectador se encuentran y adquieren el aspecto material de ser un acto.
Un acto, un encuentro donde se imagina por mí, en mí lugar y al mismo tiempo fuera de mí, donde el carácter festivo propio de la celebración teatral es transformada en pura fascinación ilusoria de la mirada.
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